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Como por ejemplo esa vez que nos llevamos a la negrita.(Te la llevaste vos, Gringo; nosotros jugábamos de oreja ese partido. Gracias a tu condescendencia "mojamos". La negrita, dije. Trompuda, chúcara, medio charrúa, trece o catorce años. Era la minita del ruso que paró en el hotel de tu viejo, Gringo. El tipo se la había comprado barata a los padres para tener mujer y llevarla a la Colonia como esposa y sirvienta. Esa noche si el ruso nos agarraba (no sabés lo que éramos, Amelia, tirados cuerpo a tierra sobre el piso del comedor de mi casa a oscuras, para evitar que los faroles nos enfocaran,oyendo el motor amenazante de la chatita del ruso que rastreaba las casas del pueblo. Casi podiamos oir cómo se quejaba el viejo, con una especie de rugido de dolor y rabia. Y le daba y le daba a fondo al motorcito de la Ford a todo trapo, derrapando en las calles de tierra. Si nos agarraba, si nos encontraba, no nos dejaba ni para recuerdo. Te morís de risa si hubieses visto aquello. La cama de mis viejos que se habían ido unos días a Concepción del Uruguay ocupaba todo el cuarto de tan grande. Parecía una inmensa chalana, una chata arenera.
Y no sé por qué hay un verso que se me viene ahora:
"Mariano Leves al arco
es una valla imbatible;
con calidad indiscutible
se arroja de palo a palo".
Eso era cuando la época de oro del Tarzán Atlétic Club. El nombre se lo puse yo que era un fanático de César Llanos,el actor.Que era un gordito gilún y de madera,pero para mí, Marlon Brando.Todos los días a las seis de la tarde me prendía al programa de Splendid que duraba quince minutos. Mamá por ahí anda, todavía, en mi memoria con el frasco de Toddy en la cocina, preparando la leche. Yo coleccionaba todas las fotos del tipo y ¡Uge!...¡Uge Tantoooor!...,que era un elefante que le obedecía a Tárzan, que así era como le decíamos nosotros. Además el club usaba la palabra !"atlétic", mirá vos, en inglés.Yo se lo puse. Vaya a saber de dónde carajo lo saqué. El verso, que era larguísimo, lo escribió el Tito y apareció en "Renovación" y todo. "Renovación" era la hoja impresa que nosotros llamábamos el Diario y que salía cada dos sábados si el negro Acevedo, que lo editaba, no se había mamado el viernes a la noche.¡¡El Tito,rengo de mierda!...Ya estaba peludo en las piernas para esa época y, por lo tanto, era un campeón. Bachiller hacía rato y,como te dije, bocón como él solo. Capaz de estarte tres horas mintiendo e inventando. Todavía veo nítido como le corren las gotitas de sudor por la frente. Y el modo en que la luz del sol, pegando sobre su cara le hacía diamantes con su transpiración mientras él, poseído, puñetero, se enroscaba la serpiente en el cuello, abría su valija de maravillas y las chucherías desplegadas en abanico, guardaban el terrible secreto del abismo donde se precipitaban todos los misterios. Embobados, boludos,como ya te dije, delante de nuestros ojos fijos, una cintura desnuda bailaba. Danzaba y danzaba y nos rozaba y nos secaba la boca. Todos los gurises flotábamos en el temblor dulce del deseo, rígidamente hipnotizados por esas mujeres fabulosas que covocaba el Tito.¡El Tito!...Qué lo parió, rengo de mierda.