53.-
Tendríamos veinte años y, de pronto, Marcela dijo: no creo en nada. Las sílabas sonaron como viniendo desde muy lejos y construyeron, morosamente, el silencio. Todo es una porquería. Llovía. ¿Cómo?, dije. Pero nada. Llovía suavecito agua mansa y ella lloraba. Se chupaba las lágrimas y tenía los ojos rojos. A cada rato debía sonarse. ¿No creés ni en mí, ni en nosotros?...No sé, no sé, no sé, nosenosenosenosenoséee.¡No me preguntes más, por favor!...Mirando hacia arriba, a las copas de tilos florecidos, o mucho más arriba. Yo ya no podía ver dónde.
Explicame, por lo menos; decime qué carajo te pasa. No entendés, no podés, estoy sola. Bueno; entonces me voy. Las palabras seguían construyendo esa cosa rancia, esa iglesia vacía. ¿Querés que me vaya? No, no, no, no, no, con la cabeza. Muda. La empecé a acariciar. Las lágrimas me mojaban los dedos, me salaba. Tenía hinchados los párpados; los besé para que explotasen; estaban calientes y Marcela se abandonó en parte. Se cortaron los hilos que sostenían sus hombros, se volvió trapo. Y la acaricié poco tiempo. Era como si alguien tirase de los cables. Se irguió, se volvió filosa, una yilé. La mirada se hizo vidrio y esta vez callamos. Yo limpiándome la sangre de los tajos; preparándonos para largo rato. Quería irme y no intentaba nada. Jugaba con la amenaza en la cabeza y la veía llorar, nomás. En la puerta de su pensión nos despedimos cientos de miles de millones de veces. Jugamos a decirnos adiós; al bolero; empezamos un largo entrenamiento, que duraría tres años más, a fin de aprender a usar ácidos, picanas, a quemarnos con cigarrillos. Marcela sacó sobresaliente y yo nunca pude aprender del todo, porque soy un blando. Ni siquiera yo te importo, Marcela. Noche callada y el tul de una garúa. Sustantivos con adjetivos calificativos; ah, sí. Eso es fácil. ¿Entonces nunca estuviste segura; ni de vos? No sé, no sé, no sé, nosenosenosenosenosé…¡Qué egoísta sos, Mariano! Pensás-en-vos-nomás. Pensás-en-vos. ¿ Viste, Amelia?... Muy original que digamos, no era, ¿no? Naturalmente quería negarlo; pero la cosa era redondita, yo era, según ella, un ombligo grande como una catedral, y necesitaba meterme dentro, ganar algún rincón de ella; debía hacerlo. ¿Dónde estaba_qué palabra_esa desesperanza?...;hacerla picadillo con los dientes, con mis garras. Compartir. Hermosa palabra, ciertamente; enriquece el lenguaje. ¡No entendés, no entendés, no entendés! ¡Estoy sola!. Entonces¿ partir con quién? ¿ Adónde?
Era lenta la construcción triste de ese ídolo que es el silencio. Sentía que Marcela nadaba en medio de un charco de dolor, persistente y suave. Después, sin darse cuenta, dejó de llorar su agua mansa. Propuse ir a algún sitio. Se negó. No quería ver; se aferraba a su bastón blanco, le asqueaba la gente. El asco a la gente. Yo soy la gente, Marcela. No, vos no; es distinto. Andate. Quería tirarse en coma en la cama y dormir, tal vez soñar. Cerrar los ojos fuertemente. Ah, Marcela: una anguila pescada con mis dedos. Se me escurre, resbaladiza, pegajosa y vuelve al agua. Esto es todo, amor; no tenemos más que esto. Si no nos aceptamos, no queda nada. Sus ojos. Los ojos celestes de Marcela; en ellos está hirviendo la vida pero, en ese hervor, se cocina la mía. Alguna vez voy a hablarte de sus ojos. Yo, igual, insisto. Ella niega. Pero, ah, te beso, Marcela, y tu lengua me reconoce y habla con la mía, sin lija; una noche callada, garuando sobre los tilos de La Plata y al fin decidís ir, loca; por vos, amor, nada más que por vos voy. Así que se rió con una facilidad, de pronto, increíble., Qué felicidad. La sangre volvía a fluir. Sentí como un trompazo en el pecho cuando la oí reír de ese modo salvaje, a lo yegua; cuando los labios se estiraron y recuperé la magia que era su risa. Un pocito en la comisura; la cabeza inclinada hacia la derecha; los puntitos de luz al mirar. Carajo. Tan fundida a mi osamenta que, cuando la veo, me veo, ciego. ¿Y vamos a estar juntos, y comer juntos, y tomar vino juntos, eh, amor? Sí, sí, sí, dijo ella; quiero emborracharme. No vamos a poder, Marcela, nos queda medio litro. Y qué me importa, también dijo, tocando mi. Y nos reímos. Ya había vuelto a tener en su corazón alguna cosa que manoseaba y estaba en bruto y, sin embargo, yo tenía como pudor de llorar. ¿Cómo puedo llorar, carajo? Cuando me dijo: esperame que voy a buscar el paraguas, quedé con el llanto en la puntita y la simpleza recién venida era una especie de animal. No lloré porque soy un caballo enseñado a doblar, blando de freno, pero algo que me pertenece, seguro, lloró por ahí, Amelia. Se me desbarrancó la angustia, lo sé. Con una alegría de fiesta y de limpieza y de camión regador. Y ya te lo dije. Andaríamos por los veinte años. No es nada.
Eran las dos de la mañana cuando nos fuimos. Ni un alma en la calle. Toda mía, yo que era tan joven e imberbe. Ahora había nacido un silencio diferente. Tan joven, Amelia, tan verde. La sentía pegada a mí y eso era todo el universo. Antes, todo eso antes__muchísimo tiempo antes__ de que Marcela me abandonara para siempre, inexplicablemente enamorada de otro. Pregúntale si yo alguna vez y no marques las horas porque voy a enloquecer. Loco Prieto.
Datos personales
- carlos lagos
- Actor,director y docente teatral.Escritor (novela, cuento,poesía y dramaturgia) Artista textil.-
La Tierra del Arca
Hola a todos:
He abierto este blog para hablar de arte y compartir obras. Me llamo Carlos Lagos, tengo 68, y la vida entera dedicada a intentar crear en el campo del teatro, la ficción, la poesía y ahora, de viejo, luego de un buen infarto, arte textil.
Quizás a alguien le guste o interese un poco lo que hago o he hecho. Es mi botella al mar. Está flotando y vaga buscando un rumbo. Alguna respiración humana parecida.
Ya salgo. Ya vuelvo.
He abierto este blog para hablar de arte y compartir obras. Me llamo Carlos Lagos, tengo 68, y la vida entera dedicada a intentar crear en el campo del teatro, la ficción, la poesía y ahora, de viejo, luego de un buen infarto, arte textil.
Quizás a alguien le guste o interese un poco lo que hago o he hecho. Es mi botella al mar. Está flotando y vaga buscando un rumbo. Alguna respiración humana parecida.
Ya salgo. Ya vuelvo.
ARTE TEXTIL
Estos trabajos intentan metaforizar el genocidio realizado en la Patagonia, primero con los pueblos originarios y luego con militantes populares. Traté de eludir la anécdota directa y representar los hechos desde la abstracción geométrica. A lo mejor les gustan un poco. Faltan algunos que pronto publicaré.Díganme qué les parecen. Gracias.-
lunes, 20 de septiembre de 2010
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