13.-
Todo fue feroz. Y sin saber bien por qué. Pero se trataba de algo que, de pronto, se volvió inevitable en el sueño; tenía, fuertemente, la absoluta convicción de su necesidad. Las causas, aunque sin concretar, eran justas y nadie, ni siquiera él, dudaba. Se sentía aplastado por una especie de peso moral. Pero, sin duda, el acto debía cumplirse tarde o temprano. Después de sucedido, todas estas consideraciones fueron hechas más con el instinto que con el pensamiento. Cronológicamente podría decirse que, primero, estuvo en una habitación con gente. Podrían haber sido los viejos amigos de la infancia, ya que luego aparecerían inmediatamente después de haber sucedido aquello y ligados, de algún modo, a lo que ocurrió. Se deben haber escuchado sus gritos, pero la escena no tenía ningún sonido; únicamente había imágenes. Ellos, de pronto, (él y los demás) abandonaron en desbande una mesa reunida (¿donde se jugaba?); se empujaron, cayeron varias sillas y todos escaparon en tropel por un estrechísimo pasillo con puertas que daban a cada lado; como si estuviesen en un hotel barato como el del Gringo. Al fondo, en lo que sería una cocinita, estaba ella, sentada bajo una luz muy débil. Tenía la cabeza volcada hacia atrás; tocando casi la mesada. Y verla resultaba espantoso. Jadeaba y boqueaba, sacudida por espasmos violentos; tenía sangre en la oreja rota, la sien izquierda reventada a trompadas. Porque todos, de algún modo, sabían que eso había sido hecho a trompadas feroces, horribles, descargadas con mucha furia y brutalidad. La cara de la mujer tenía un tono como de cera. Los ojos casi salidos fuera de las órbitas; sin ver, redondos y saltones. De caballo.
A su lado él estaba quieto, de pie, sudoroso e incapaz de hablar; penosamente vencido. Reflejaba, todavía, en su cara los últimos estertores de la rabia y el comienzo del miedo por lo que terminaba de hacer. Se podía percibir que, lentamente, dejaba de ser poseído por el lobo sorpresivo que lo habitó y volvía, más despacio, a la vista de todos, del vértigo. Regresaba, otra vez, al hombre bueno, cobarde y pusilánime que siempre fue. Que sabía era.
Después, el otro lo acompañó apoyándole el brazo sobre sus hombros vencidos; apenas cabían los dos cuerpos en el pasillo y regresaban, vacilando, a la pieza donde estaba la mesa. El más joven sentía el fuerte olor a sudor que le corría al hombre por la cara y que, sobre todo, le empapaba la cabeza tan calva. Las gotas, cientos, miles, reproducían la luz débil del foco que colgaba ahorcado del cielorraso. Empezaba como a querer llorar. Y no sabía muy bien qué era lo que sentía. Sabía que ella, sentada allá con la cabeza ensangrentada, no iba a morirse. Sin embargo, eso lo aliviaba; le parecía justo lo ocurrido. Como si no hubiera habido más remedio, como si el otro hubiera estado obligado a pegar y pegar. Aunque intuía que, de alguna forma, lo habían utilizado. Como instrumento o como testigo, cobardemente. Porque el otro, el viejo, por su propia iniciativa jamás se hubiera animado. A lo mejor, por eso, el pelado lo consolaba ahora y con ello conseguía meterle hasta los huesos la convicción de que él, y sólo él, era el único responsable de la golpiza. El era quien había elegido hacer justicia en un impulso incontrolable, por haber estado ahí. El otro, en cambio, apenas había sido un espectador. Obligado a pegar y pegar.
El otro era su padre. Ella, naturalmente, su madre.
Después soñó que jugaba al basquet, ya hombre, con los mismos amigos y otros que no conocía, más jóvenes. Siempre con aquellos miedos antiguos. Con la misma torpeza y justificaciones de entonces.
Datos personales
- carlos lagos
- Actor,director y docente teatral.Escritor (novela, cuento,poesía y dramaturgia) Artista textil.-
La Tierra del Arca
Hola a todos:
He abierto este blog para hablar de arte y compartir obras. Me llamo Carlos Lagos, tengo 68, y la vida entera dedicada a intentar crear en el campo del teatro, la ficción, la poesía y ahora, de viejo, luego de un buen infarto, arte textil.
Quizás a alguien le guste o interese un poco lo que hago o he hecho. Es mi botella al mar. Está flotando y vaga buscando un rumbo. Alguna respiración humana parecida.
Ya salgo. Ya vuelvo.
He abierto este blog para hablar de arte y compartir obras. Me llamo Carlos Lagos, tengo 68, y la vida entera dedicada a intentar crear en el campo del teatro, la ficción, la poesía y ahora, de viejo, luego de un buen infarto, arte textil.
Quizás a alguien le guste o interese un poco lo que hago o he hecho. Es mi botella al mar. Está flotando y vaga buscando un rumbo. Alguna respiración humana parecida.
Ya salgo. Ya vuelvo.
ARTE TEXTIL
Estos trabajos intentan metaforizar el genocidio realizado en la Patagonia, primero con los pueblos originarios y luego con militantes populares. Traté de eludir la anécdota directa y representar los hechos desde la abstracción geométrica. A lo mejor les gustan un poco. Faltan algunos que pronto publicaré.Díganme qué les parecen. Gracias.-
miércoles, 3 de marzo de 2010
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