18.-
Cada día compruebo un asombro recién venido. Es como si mirara hacia la costa que ayer quedara, violentamente, atrás y sintiera en la boca del estómago un estremecimiento de miedo porque a mis espaldas únicamente estuviera la línea infinita del horizonte marino. El mar de la madurez. Puedo flotar para engañarme y ya sé que es inútil. Entonces vuelvo a bracear, todavía aterrorizado. En algún lado me está esperando otra costa.
Ayer vi una fotografía llena de colores. Se veían niños en la escuela. Uno de ellos era yo. Era mi propia imagen reflexiva y nueva; llena de interrogantes dorados. Había un par de ojos escrutadores y ávidos. La imagen de un niño que tiene toda la inmensidad del mar frente a sus pupilas y casi puede experimentar la tentación de arrojarse, tembloroso, a sus aguas. Entonces, solo. Seco y solo por dentro, lloré desconsolado. Y dejé, por un instante, de nadar. Lloré por estar tan cerca de ese niño. Pero, también, por alejarme de un modo brutal de su risa. Algo que dejaré de ver un día cualquiera. Entonces me senté de nuevo a esperar su regreso de la escuela, ahogado de amor. Todavía temblando de deseos por estrechar ese cuerpo frágil contra mi pecho.
Jaurías de preguntas sin respuesta me buscan todo el día y toda la noche para clavarme sus dientes filosos. La madurez no es la felicidad, como creía. Apenas, momentos cortísimos; fogonazos de dicha. ¿Se sana para enfermar?...Ahora regreso a lo individual desde lo alto de un mangrullo y no veo más que campos quemados, aun humeantes, recorridos por perros famélicos, oliendo pilas de cadáveres. No sólo ningún sueño personal fue cierto, sino que nada fue. Apenas queda tiempo para lamerse las lastimaduras y las llagas y, quizá, cicatrizar. A lo sumo hay que seguir hasta que estallen todas las luces.
Viajé por la vida, carajo, con el corazón repleto de lo que fui, de lo que aun soy y lo que, a lo mejor, seré. Todos los tiempos se han quedado dormidos en mi corazón y aun están prontos a despertar bajo el peso del sol.
¡Qué frío! ¡Qué frío hace en el mundo a pesar de tanto calor humano suelto!...Hay gente que viene del pasado a golpear a tu puerta. Entonces te encontrás con una cara desencajada. Es una cara tomada por la angustia, con una pata delante del suicidio. Es una máscara ya; podrida y envenenada por una especie de gangrena. Esa cara rebota en el tiempo; te cae en una noche cualquiera. Los ojos saltones, la barba sucia, la boca seca, pegoteada por un hilo azulado de baba que se estira desde el abismo de los labios. Y de repente, como te digo, amor, se te planta ahí, pone su jeta, y vos casi le querés cerrrar la puerta aplastándole la cara para que no entren los malos recuerdos que hierven; que escapan como lombrices feroces que le cuelgan y lo hacen parecer lo que es: un vagabundo del presente, un pordiosero de otra era, y cuando esperás el grito desgarrador por el paso estremecedor de los días, en ese fantasma que viene a echarte en cara lo que perdió junto a vos; a hacerte sentir responsable de sus hilachas, te sale con la boludez, con la estupidez de reclamarte dos mil setecientos mangos que le debías, por ejemplo, y que nunca pensaste en devolver.
Ahí termina la alucinación. Vos sacás la plata que, por suerte, tenés y que él esperaba no tendrías. Y se te queda duro por la estupefacción, por el hecho de que tanto tiempo se congele tan rápido en un gesto tan simplemente vacío como ese. Entonces, apenas, le suena balbucear un “chau” miserable que arrastra las cadenas de unas ganas de llorar demoledoras; unos deseos fallidos de pelear con vos, de cagarse a trompadas, todo por conseguir reconocerse y negar eso que él se ha puesto a ser delante tuyo. Sin poder mirarte, pobre. Ni escupirte, ni romper la puerta a patadas como hubiera deseado. La puerta que vos, ahora, le estás cerrando para siempre. Cosa que él sabe bien.
Por eso se va, cabizbajo con su chau de mierda, que es igual a las ganas de vomitar que le vinieron a la boca. Y se pierde en la noche como un gusano en la tierra, como un linyera sin destino; se arrincona junto a un árbol de la calle oscura, mira hacia todos lados como si fuera un ladrón sorprendido y mea, llorrando. Orina a la raíz que no habrá de secarse, ni aun cuando el tipo, portador del pasado, ya no sea parte de este mundo pelotudo.
Datos personales
- carlos lagos
- Actor,director y docente teatral.Escritor (novela, cuento,poesía y dramaturgia) Artista textil.-
La Tierra del Arca
Hola a todos:
He abierto este blog para hablar de arte y compartir obras. Me llamo Carlos Lagos, tengo 68, y la vida entera dedicada a intentar crear en el campo del teatro, la ficción, la poesía y ahora, de viejo, luego de un buen infarto, arte textil.
Quizás a alguien le guste o interese un poco lo que hago o he hecho. Es mi botella al mar. Está flotando y vaga buscando un rumbo. Alguna respiración humana parecida.
Ya salgo. Ya vuelvo.
He abierto este blog para hablar de arte y compartir obras. Me llamo Carlos Lagos, tengo 68, y la vida entera dedicada a intentar crear en el campo del teatro, la ficción, la poesía y ahora, de viejo, luego de un buen infarto, arte textil.
Quizás a alguien le guste o interese un poco lo que hago o he hecho. Es mi botella al mar. Está flotando y vaga buscando un rumbo. Alguna respiración humana parecida.
Ya salgo. Ya vuelvo.
ARTE TEXTIL
Estos trabajos intentan metaforizar el genocidio realizado en la Patagonia, primero con los pueblos originarios y luego con militantes populares. Traté de eludir la anécdota directa y representar los hechos desde la abstracción geométrica. A lo mejor les gustan un poco. Faltan algunos que pronto publicaré.Díganme qué les parecen. Gracias.-
miércoles, 28 de abril de 2010
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