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Y los párpados, gordos de sueño, arrastran en su caída a las pestañas, pero naranjas amargas, afuera, en la calle 49 de La Plata, no quieren decir nada. Por más que se pongan en hilera, un árbol detrás del otro, y amarilleen, amarilleen todo. Suena la vieja máquina de escribir, en la oficina donde trabajo, fiel todavía, picotea y picotea. ¿Fiel, te dije? Y casi no se ven las letras de tan gastada que está. Y me llamaron, amor; me llamaron de algún lado, aquí, en Buenos Aires, para darme como una especie de esperanza, quizás algunos pesos por mes para empezar a zafar y dejar La Plata. Una cartera negra se ahorcó en el picaporte, y cuelga tristemente; quiero contártelo. En el hotel mugroso donde vivimos no hallé voces consoladoras. Para qué hablar, tantas veces, ¿no?; nadie que te tire sílabas calientes para esta cosa de existir.¡Qué va a haber tonos cálidos para nuestro silencio!...Y, sin embargo, seguimos juntos, Amelia. Parecemos estar varados entre los gatos; en la pieza, digo; los gatitos que vaya a saber qué lloran a las tres de nuestras pobres madrugadas; con el calentador “Eco” encendido. Te hablé del frío, Amelia, también; pero no lo suficiente. Cómo se arremolina en el paso a nivel de Belgrano R, antes de agarrar por el caminito de tierra que lleva a casa, a la pieza de nuestro hotel de recién casados sin casa. Por ejemplo, amor, ayudarte con la limpieza; sorprenderte a tu vuelta con el piso brillando y recién rasqueteado; la cama hecha para cuando llegás con tu guardapolvos en la mano y los ojos grandotes debajo de tus pestañas como abanicos. Pasan camiones abajo llevándose todo por delante, sol de las tres de la tarde; me llamaron por un trabajo, te conté, me llamaron, y la voz, yo estaba sentado así, casi como estoy ahora, y la voz; cómo me pesan los párpados, la cabeza, Amelia; me llamaron, hasta imaginé que alguien podría solidarizarse con nosotros; que iba a aparecer un amigo de cualquier lado en ese momento, como venido del cielo, a alegrarse conmigo, con nosotros dos.
Pero lo mismo le puse aguarrás en lugar de querosén. Me lo explicó el tipo de la ferretería; hace un poco de olor al principio. Después de todo uno llega a amar sus porquerías; hasta me pareció hermoso el cuarto, Amelia, con manchas en la pared y todo; pero hermoso porque está lleno de nuestras cosas, lo mismo que el calentador “Eco”, nuevito, recién llegado en la caja de cartón. Y lo encendí igual, sin vos; no pude aguantar, para quedarme con el privilegio de su primer calor azul, cerré la ventana de la dulce morada de mi vida para esperarte, sin una noticia concreta todavía. Vos en mi cabeza. Venías por el caminito, rozando el alambrado que da a la vía, esquivando el olor a lluvia de dos días antes y , me parece, que te ladraban unos perros.
Ese día no fui a La Plata y había trepado colectivos, a la carrera, para llegar antes que la noche al final de un clasificado de “Clarín”. No sé por qué los mareos, o el volverme torpe. Ahora que, viejo, estoy narrando todo aquello, me doy cuenta que ya, entonces, era un fóbico de mierda. Sigo. Aparte de sentirme lento, por ahí desemboqué en el subte de la estación San Martín y la plaza se sacudía de encima un montón de pibes que salían del Británico, dale y dale el parlotear, llevándose todo por delante. Y eso me golpeó fuerte. ¡Ah, comprender!...Ni siquiera me sentí capaz de sonreír sobradoramente a las espaldas de dos maricas cajetillas que caminaban delante mío, enderezando hacia la boca abierta de Florida. Al cruzar, casi me sacude un coche y advertí mi temblor recién al llegar a Ricciardi, en el momento justo en que me esforzaba por sentir alguna cosa ante dos estatuitas chinas de marfil. Lo mismo la llama era azul,¿ sabés?; aunque daba, todavía, un poco de olor y no se podía estar en el cuarto pero, igual, no quise abrir la ventana, así te lo encontrabas calentito. Al tragar, no sentía el gusto de esa agua verde fraterna que subía por la bombilla. El tipo ese, que vos sabés, soplaba como un desorejado el saxo, para hacerme caer el Winco al suelo. Me senté en el banquito a contemplar mi Sahara. Te imaginás qué oscuro estaba afuera, Amelia; pero el loco, con aguarrás y todo, hasta con acaroína lo hubiera hecho, calentaba bien. Era un hijo de puta el “Eco” de tanto calorcito que mandaba, y se me representó la cara de tu viejo, que yo sé bien que, en ese entonces, no me tragaba, pero que, sin admitir su solidaridad, nos regaló el calentador para que no pasáramos frío. Igual, con toda la bronca por habernos ido a vivir juntos, nos lo regaló; yo sé que eso le costó un güevo, pero que, en el fondo, a la larga, lo mismo iba a llegar a sentir un poco de afecto por los dos juntos. Aunque yo nunca fuera un triunfador, en el sentido en que a él le gustaría, ¿no? Mi cabeza, oh, mi cabeza, pura gelatina y los ojos ya te los describí, amor; lentos, vidriosos, pero, lo mismo, el instinto es un amigazo. Llenaba el mate otra vez y vos envuelta en tu única riqueza material; ese tapado de piel te hace tan mona, Amelia, te da tanta clase; caminabas, lady, ladrada, por el caminito que empieza al borde del paso a nivel, en Belgrano R.
Pero ahora transmite en Entre Ríos, C.W.31, Radio Salto, Uruguay. Personas fallecidas hoy, 15 de Diciembre de mil novecientos cincuenta y uno: Ana Rosa Querellano de Ferreyra. Su esposo, Aldemar Ferreyra; sus hijos, Carlos, Rosa y Benjamín, participan de su deceso e invitan para el acto del sepelio que se realizará en el cementerio local. Ramón Monges, falleció en Concordia, Entre Ríos. Sus nietos, Eduardito, Coca y Daniel; su hermana Cecilia y su primita Chela, participan con hondo pesar de su fallecimiento e invitan a todos sus deudos y amigos al sepelio que se realizará en su casa de Artigas 791, en Salto. Cora Vucetich de Figueiredo Aguirre, falleció ayer. Sus familiares, hijos, nietos y amigos participan, acongojados, e invitan a asistir al cementerio hoy a las 15.30 hs. Hacemos una pausa y enseguida estamos con ustedes.Y entra el locutor: Si usted no fuma “La Paz”…¿por qué fuma?...Cuando venga a Salto, señor, señora, señorita…no su-fra…Tome ¡Booo-liii-taaa!...La bebida del pueblo. ¡ Con Sanidooooorrrr….la transpiración se va volando!....
Después de escuchar eso, Marianito apagó la radio. Fue el momento para que el Conejo dijera:
__¡Estos sí que cagaron fuego!...
Y le tiró una trompada.
Debemos tener presente nuestra edad.
Construyamos la luna en el espejo.
Alguien debe empezar a mirarse en nosotros.
Demasiado hemos aprendido a sintetizar.
Totalicémonos
a fin de que nos despedacen los niños.
Al final, allá en la loma, justo donde estaban las vías, había una montaña de cascaritas de arroz que tiraba el molino arrocero. Nosotros la llamábamos “El casullo”. Siete o diez metros de alto tendría la parva. Depende.
__Vamos pal’casullo,che?
__No, Pata. Dejate de joder. Hace calor. Yo voy a tomar mate.
__¡Andá, Gringo de mierda!...¡Cuándo no!...
__ Che, Conejo, ¿vos vas?...
__Y…
__¡Andáaaa, dale, vení!...
__¿Vos, Marianito?...
__Y…no. Si el Gringo se queda a tomar mate, yo también.
__¡Cuándo no, vos también, maricón!...
__Gringo andá, prepará el mate__dijo el Conejo. Y se sacó una zapatilla de basquet mugrienta.
__¿Me acompañás, Flaco?__pidió el Gringo.
__Bueno__dijo Mariano.
El Conejo se sacaba, parsimoniosamente, la mugre del tobillo, haciendo choricitos negros, sobándose concentrado.
__Hacé mate dulce también__pidió.
__Chupame un güevo__dijo el Gringo.
La Pata Closard, viendo que su proposición de ir a la parva del casullo no prosperó, sacó un Arizona y lo encendió.
__Dame una seca__rogó el Conejo.
__Tas loco…, para que tenga gusto a pata?...
Mientras esperaban, escupían lejos; lo más que podían. Como para cerciorarse que , por donde pasaban, dejaban la marca.
Datos personales
- carlos lagos
- Actor,director y docente teatral.Escritor (novela, cuento,poesía y dramaturgia) Artista textil.-
La Tierra del Arca
Hola a todos:
He abierto este blog para hablar de arte y compartir obras. Me llamo Carlos Lagos, tengo 68, y la vida entera dedicada a intentar crear en el campo del teatro, la ficción, la poesía y ahora, de viejo, luego de un buen infarto, arte textil.
Quizás a alguien le guste o interese un poco lo que hago o he hecho. Es mi botella al mar. Está flotando y vaga buscando un rumbo. Alguna respiración humana parecida.
Ya salgo. Ya vuelvo.
He abierto este blog para hablar de arte y compartir obras. Me llamo Carlos Lagos, tengo 68, y la vida entera dedicada a intentar crear en el campo del teatro, la ficción, la poesía y ahora, de viejo, luego de un buen infarto, arte textil.
Quizás a alguien le guste o interese un poco lo que hago o he hecho. Es mi botella al mar. Está flotando y vaga buscando un rumbo. Alguna respiración humana parecida.
Ya salgo. Ya vuelvo.
ARTE TEXTIL
Estos trabajos intentan metaforizar el genocidio realizado en la Patagonia, primero con los pueblos originarios y luego con militantes populares. Traté de eludir la anécdota directa y representar los hechos desde la abstracción geométrica. A lo mejor les gustan un poco. Faltan algunos que pronto publicaré.Díganme qué les parecen. Gracias.-
jueves, 13 de mayo de 2010
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