32.-
__Cuando eras joven, viejo, ¿con qué soñabas?
__Quería ser cantor de tangos.
__Y lo fuiste, pa.
__No; qué carajo voy a ser. Cantaba en las fiestas, en los asados. Eso fue todo. Siempre
me llamaban, me invitaban y yo, como un boludo, iba por nada.
__¿Por qué no lo intentaste? De hacerte profesional, digo.
__No sé. A veces lo pensaba, pero después me iba al mazo.
__¿Sabés una cosa, papá?...Cuando yo te veía trajeado, con el sombrero gris, impecable,
te sonreías, y yo imaginaba que la muerte de Gardel era una leyenda. Que Gardel eras
vos, que estabas de incógnito y te habías escondido en San Salvador. Y nadie se
había dado cuenta.
__Sos loco, ¿eh?...
__En serio…Yo pensaba: alguna vez, oyéndolo cantar, se van a dar cuenta.
__Ojalá. Pero, ¿sabés qué?...En esa época todos nos vestíamos como él, queríamos
parecernos. Lo imitábamos…¿Y vos, m’hijo, con qué soñabas?
__Yo?...No sé bien. Quería ser famoso, un artista famoso de algo. A veces quería
cantar, como vos. Pero, también, por las películas, hacerme galán, levantarme
minas cantando boleros. Y como en casa compraban “Radiolandia”,también me
gustaba hacerme el actor de cine. Imaginate, era despegar en grande del pueblo.
__Y bueno. Al final estudiaste para eso.
__Sí, y eso me cagó. Me hice medio intelectual, me hicieron leer mucho. Leí
como una bestia. Cuando quise acordar era de otro palo.Y me encontré en la vereda
de enfrente de los sueños. Los famosos me empezaron a parecer una mierda.
__¿Y te arrepentiste?
__No sé…Tuve envidia de ellos. Actuando, me parecían horribles, de madera, pero
¿sabés qué?, eran populares y la gente los amaba sin juzgarlos. Yo hubiera dado
todo por el amor de la gente. Pero no me tocó. Me encerraron en una especie de
prestigio.
__Yo ví que te respetaban mucho.
__Sí. Por eso…El respeto no es amor, papi. Es como una gran distancia que te
deja solo.