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Composición, tema: “El día del padre”.
Bueno, pasado mañana es el día el padre. Yo no tengo papá para festejar su día pero igual me voy a acordar de él. Todos los chicos van a darle un beso. Yo no puedo porque mi papá se murió de un ataque en un hospital, pero lo mismo le voy a tirar un beso hasta el cielo. Todos los chicos le harán un regalo; sobre todo los chicos ricos, que se lo harán más lindos y más grande. Yo le voy a hacer un paquetito, también, y lo voy a guardar en el ropero para cuando me muera y entonces se lo entregaré. Va a ser un lindo día de sol el día del padre seguramente, y a mí me va a poner muy triste porque me voy a acordar de mi papá que no está más y que se murió ahogado y quejándose del pecho en el hospital y que los doctores lo dejaron morir porque dijeron que no lo podían tocar y que lo tenía que atender el de la mutual que venía a las ocho de la mañana y ahora, cuando se estaba muriendo, recién eran las dos, y uno ,que medio se apiadó, quiso tirarlo al suelo para hacerlo revivir oprimiéndole el pecho, pero ya era tarde, y el pobrecito se había ido al cielo con Dios.
Pero todavía tengo a mi mamá para festejar su día con ella, y aunque mi mamá vive lejos de acá, le escribo cartas y no la veo nunca y ella está solita allá y eso me da a mí ganas de llorar y de quererla más. Y no la puedo traer porque no tengo plata. Y a veces me da que pensar que ella se me va a morir también, y yo, desde que se murió mi papá, quisiera traerla conmigo porque es lo único que me queda de mi casa de cuando yo era chico. Ahora tengo mi casa de grande, con mis hijitos, de los que yo vengo a ser el papá ,y ellos me van a festejar mi día pasado mañana y me van a dar un beso el día de sol porque yo soy el padre para ellos, pero es que yo quisiera tener a mi papá conmigo el domingo, para que yo también sea hijo, como van a ser mis nenitos pasado mañana. Así que, para mí, el día del padre viene a ser un día un poco triste. Y yo, más que nada, quisiera que estuviera conmigo mi mamita querida para darle un beso o muchos besos, si pudiera y me animara, porque cuando mi mamá y yo nos vemos nos da vergüenza darnos besos, pero yo la quiero mucho porque es mi única mamita querida, aunque no nos llevamos muy bien, y ahora que está sola y yo no puedo estar con ella, cerca de mío, para que esté ella también con mis nenes, que son muy lindos y sanitos, gracias a Dios. Y para que ella se anime a darles muchos besos a ellos sobre todo, ya que yo soy un hombre grande ahora y está un poco bien que tenga vergüenza. Así que, como estoy diciendo, para mí el mejor día del padre sería estar con mi mamá que vive solita en Entre Ríos, pobrecita, en una casa que es muy fría, y tiene sus enfermedades como todas las señoras de su edad, y yo no estoy ni para comprarle un remedio. Y tengo miedo que un día me avisen que está muy enferma y se vaya con papá al cielo sin haberme dado tiempo para tenerla un poquito al lado mío.
Porque eso me pasó con mi papá, que se me fue enfermando, y yo nunca creía que era grave y el pobre se me murió, y lo único que pude hacer fue afeitarlo una vez en el hospital y agarrarle la mano, pobrecito, cuando me dijo: bueno m’hijo, esto no va más. Así me dijo. Y yo veía que se iba quedando sin respiración y ahogado; que lo único que le ponían eran frascos y no hablaba. Le salían ronquidos y ya no podía decirme m’hijo, y yo tampoco me animaba a decirle papito, para que no vaya a darse cuenta que se iba a morir. Todavía no hace un año que nos dejó y no puedo hacerme a la idea, por más que quiera, que nunca más lo voy a ver y ya se lo habrán comido los gusanos, pobrecito; que tenía tanto miedo de morirse y al final tenía razón.
Mi papá era un hombre muy bueno, y era pelado, y yo le tocaba la cabeza pelada cuando era chico. Y él le enseñó a mis nenitos a pegarle también en la bocha pelada que le brillaba mucho. Y era un señor muy alegre y bueno, como ya dije; no porque fuera mi papá, sino porque todos los vecinos lo decían, y lo invitaban a comer asados siempre, porque era alegre y le gustaba cantar. Pero, a lo último, me contó mi mamá que no quería ir más a las comidas y ya ni quería sacar el sillón de lona a la vereda porque no tenía ánimo. La última vez que lo fui a visitar, que estaba más o menos bien, fuimos juntos a comer un locro con unos vecinos y hablamos de política con unos muchachos y yo lo veía contento de que lo haya ido a visitar. Pero me acuerdo, también, que estaba sentado y no quería hablar de nada; miraba fijo, nomás, y de cuando en cuando le decía a mi mamá que se agitaba y ella estaba muy preocupada; y hace poco, cuando se murió Aníbal Troilo, pobrecito él también, yo tuve ganas de llorar porque, no sé, me hizo acordar a mi papá que también era gordo, aunque no sabía tocar el bandoneón ni era famoso pero, lo mismo, no sé por qué, yo me acordé de él, dormidito en el cajón, con sus manos cruzaditas; que yo me acuerdo cómo le pasaba mis manos para acariciarlo cuando él estaba muerto y habían venido todos a despedirlo. Le pasaba y le pasaba la mano para convencerme y la frente la tenía helada, estaba muy fría toda su cara y yo veía a mis tíos, que también son viejitos, que lloraban, así que por eso me di cuenta de que mi papá estaba muerto. Yo no me acuerdo de cuando era el día del padre y yo era chico, porque en mi casa no se festejaba mucho, pero me acuerdo que él me hacía unos barriletes muy lindos, estrellas y granadas, con los colores de Boca, y hasta un cajón que volaba sin cola. Y que me quería mucho, y yo le escribía cartas donde le contaba de mi vida, que no me iban bien las cosas, pero él me tenía mucha fe y, claro, porque yo era su hijo, como todos los padres ¿no?, y me decía que las cosas se iban a arreglar. Vaya a saber por qué decía eso. A mí me parece que porque él quería que yo tuviera más suerte en los trabajos y esas cosas, porque el pobre nunca tuvo mucha suerte y siempre decía que si ponía una fábrica de sombreros los chicos iban a nacer sin cabeza, y muchas veces en que estaba triste porque había discutido con mi mamá o no tenía trabajo, se sentaba conmigo y me decía: m’hijo, m’hijo, y lloraba, y yo no sabía decirle ni papito no llorés que yo te quiero mucho y esas cosas. Pero igual nos queremos como todos, aunque no nos demos besos y tengamos ganas, pero pasado mañana yo quisiera tenerlo a él conmigo para comerlo a besos, y no que estuviera en un cajón, solito, en un cementerio donde llueve y hay tanto silencio.
Así que termino mi composición que no sé si estará bien hecha, pero que tiene sinceridad y la hice para mi papá, y un día de éstos le voy a escribir una carta para dársela, también, con el paquetito que voy a guardar en el ropero, y siempre me voy a acordar de él mucho y de las cosas que hacíamos, para que esté en mi recuerdo, como cuando vivía y estaba contento y era alegre y todos le decían adiós pelado cómo te va.