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(UNA MESA EN EL COMEDOR DE LOS EMPLEADOS)
__1: Hay que saber hablar. No cualquiera…
__2: Es un arte. El arte de la oratoria, como decís vos. No cualquiera habla, hay que
desarrollar, ché. No es cuestión de ponerse. Empezar no es nada, es lo más fácil.
El asunto es no piantarse.
__3: Y la serenidad.
__2: Y la sinceridad, sí señor. No, pero había que escucharlo a Perón; el hijo de puta
se la podía pasar dos horas sin soltar el hilo, ¡qué grande!...¿Sabés lo que es eso?
…porque lo más difícil es mantener el hilo. Y sabía gritar en el momento justo,
ah, sí…De barricada, ché. Después de oírlo, qué mierda, a vos te daban una
botella y eras capaz de entrar a romper marotes.
__3: Y la retentiva
__2: Claro, y la retentiva. Hay que leer mucho; sí, señor. Parece mentira pero para
hablar bien en una asamblea hay que leer, ché.
__3: No y, además, la retentiva.
__2: Sí, seguro, la retentiva. Pero, viejo, no hay que dejarse copar. Querido a éstos
los jodieron porque no saben qué hacer sin dirección. Yo, creeme, en dos minutos
hago cumplir el orden del día. En dos minutos; te lo digo yo. Nos repartimos las
frases entre cuatro o cinco y la metemos en el momento justo y el que está
hablando se empieza a poner nervioso, hasta que se va a la mierda.
__3: Pierde la serenidad, claro.
__2:Claro, pierde la serenidad!...Se los digo yo.
__3: Buen provecho.
TODOS: Buen provecho.
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FERNANDO L. LOPEZ BIDET
FALLECIO AYER

Una prestigiosa figura de los círculos ganaderos y de la sociedad local desaparece con el fallecimiento, ocurrido ayer en esta Capital, a los 91 años, del señor Fernando L. López Bidet.
Nacido el 4 de Abril de 1883, cursó estudios en el Colegio El Salvador y en el Beaumont College, de Inglaterra. Caballero de notables virtudes morales y descendiente de una familia pionera en el desarrollo del campo argentino, destacose por su vida austera y por la gran afición que mostró desde temprana edad hacia todo aquello que se relacionara con la actividad rural.
Describir su actuación y su personalidad lleva necesariamente a recordar toda su labor en pro del mejoramiento de las especies bovinas de carne. Fue criador de Shorthorn y Heresford en sus cabañas Sittyton y Santa Fe, respectivamente; así como su gran dedicación por la cría de equinos destacándose en esta área por haber introducido al país los primeros Américan Trotter. Premio a su esforzada labor como criador fue la larga lista de galardones obtenidos por sus productos de muestras pecuarias de Palermo y otras del interior. En las exposiciones de la Sociedad Rural la cabaña Sittyton obtuvo nueve grandes campeones de la raza Shorthorn y la cabaña Santa Fe siete en la raza Heresford. Ambas cabañas cumplieron por primera vez en el historial del predio palermitano haber logrado las máximas distinciones de esas razas en forma simultánea__en 1947__
Hazaña que se repitió en 1955. Pero si notable fue la actividad del Sr. Gómez Bidet como ganadero, no menos relieve tuvieron las obras de caridad encaradas por él y a las que siempre trató ,de acuerdo con su característica modestia, de mantener en el anonimato. Muchas entidades lo contaron entre sus principales benefactores, destacándose el hospital de General Montoto y los dos asilos de ancianos de Vedia. Trabajador infatigable, el Sr. Gómez Bidet había dejado a los 88 años la conducción directa de sus establecimientos de campo. Su sepelio se efectuará a las 11 has., en la Recoleta.

El Gringo dejó de leer el diario; cortó varios pedacitos porque, con el desabastecimiento, escaseaba el papel higiénico y mirando la fotografía de ese viejo con monóculo y sonrisa satisfecha, pensó: mirá vos; otro hijo de puta que cagó fuego.


Dejo enrojecer los metales de mis pasiones nunca saciadas.
Permito, lleno de goces, irrigarse mis venas
con la olorosa lava de los días.
Acompaño, cegado, los impulsos más hondos.
Me mojo con la negrura de los deseos insatisfechos.
Y me parece que lloro
sobre la helada carne
de las cosas incumplidas.

O…E…, sin moverme,
sin reírme…
Que llueva incansablemente sobre mis hombros. El agua del tiempo desafilando mis duras aristas, mis intolerancias ya inútiles, mientras el viejo está en la cueva.
Y, entonces,¡que llueva!...
Ahora debo cumplir, modestamente, con mis precisos y humanos límites. Saber colocarme definitivamente en el exacto sitio donde la luz no enceguece pero tampoco borra. Dejarme enfriar entero en mi molde azotado por la inexorable lluvia que hace brotar la Vieja de la cueva, con alguna respuesta correcta, tan siquiera, acerca de ese incesante militar hacia la nada. Esa blancura, ese fuego; ese quedarse quieto. Ese frío perseguidor
de hombres.
Qué cosa…
La Vieja maga de la cueva sonríe, mientras los chicos, que saltan y bailan, gritan a voz en cuello:
¡Que llueva, que llueva!....
Con un pie, con una mano,
golpeando las manos…
que chasquean,
que hacen estallar todas las lluvias…

Y, entonces, se desatan las luces y las cuerdas
de las aguas,
azotando mi cara.
Mi estúpida cara de hombre.

Estoy deseando que mis palabras te posean, se te metan, te penetren y quedés fecundada por todas mis soledades.
Me dejo guiar. Estoy con vos ante una pared. Es cualquier pared. La pared del mundo; qué me importa. Toda la noche está abierta, relajada y dulce, encima de nosotros. Has abierto tu pecho. Y ya conozco el peso de tus senos. Mi mano está vagando, bogando por tus muslos; te estás dando y siento que todo, hasta ahora, ha sido fácil entre nosotros.
Voy a entrar en tu dimensión más honda, más infinita. Ahora es ya. Anoche. Y realmente entro y salgo de vos con toda mi sola edad y el dolor qué amante; salgo para renovarme y removerme. Pero no es salir y entrar en vos, sino quedarme. Entonces me quedo y dejo todo lo que soy capaz de. Quiero que. Que trasponga y llegue allí donde está tu. Silencio.
El tiempo es llegada; una daga llaga. Mis manos quedaron doloridas de tanto apretar. Mis labios, mis dientes, la luz, este silencio, y mis palabras, son un solo bombeo ensordecedor; rítmicamente feroz. Interminable, Amelia.