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Actor,director y docente teatral.Escritor (novela, cuento,poesía y dramaturgia) Artista textil.-

La Tierra del Arca

Hola a todos:
He abierto este blog para hablar de arte y compartir obras. Me llamo Carlos Lagos, tengo 68, y la vida entera dedicada a intentar crear en el campo del teatro, la ficción, la poesía y ahora, de viejo, luego de un buen infarto, arte textil.
Quizás a alguien le guste o interese un poco lo que hago o he hecho. Es mi botella al mar. Está flotando y vaga buscando un rumbo. Alguna respiración humana parecida.
Ya salgo. Ya vuelvo.

ARTE TEXTIL

Estos trabajos intentan metaforizar el genocidio realizado en la Patagonia, primero con los pueblos originarios y luego con militantes populares. Traté de eludir la anécdota directa y representar los hechos desde la abstracción geométrica. A lo mejor les gustan un poco. Faltan algunos que pronto publicaré.Díganme qué les parecen. Gracias.-

sábado, 18 de diciembre de 2010

77.-
Había una plaza invadida por el pastizal, hirviendo de bichos colorados que te picaban en el culo y las canillas; había palmeras y palos borrachos, y matorrales de rositas que se amontonaban a la que te criaste, y columnas de mármol blanco que sostenían las luces, todas rotas a pedradas; de modo que por las noches éramos quince o veinte, todos en bicicleta, a todo lo que da, adivinando las sombras, y el juego consistía en venir al mango como los Caballeros del Rey Arturo y reventarse de frente; un descomunal ruido de fierros y crujidos de huesos maravilloso. Horquillas y llantas dobladas, patas sangrando y carcajadas; todavía sin los puchos para pitar que habrían de llegar a eso de los trece. EN CAMBIO CUANDO ES NICOLINO LOCCHE QUIEN VA A SUBIR AL RING, EL PÚBLICO ESTÁ EXULTANTE. NADIE FESTEJA DE ANTEMANO EL DOLOR, NADIE AGUARDA CON SECRETO GOZO LA TRAGEDIA. TODOS ESPERAN QUE EL MÁS HUIDIZO DE CUANTOS HOMBRES HAYAN SUBIDO A UN RING, HAGA OTRA VEZ SU JUEGO. O sino, andar en patota arriba de las bici ocupando el ancho de la calle, despacito, en una línea ,como los cadetes de la vagancia, fanfeándonos delante de las gurisas que siempre se paraban en barra en la vidriera de la farmacia de Girstel. LA VÍCTIMA SUBE CONFIADA. EL SÁBADO ÚLTIMO EL NORTEAMERICANO JAMES HEAIR, UN RUBIO DE VEINTITRES AÑOS CON AIRE DE EGRESADO UNIVERSITARIO CON BUENA CONDUCTA, ESPERÓ AL EX CAMPEÓN MUNDIAL CON LA SEGURIDAD DE QUE TENDRÍA FRENTE A ÉL A UN HOMBRE TERMINADO, A UN VIEJO CONTRA EL QUE BASTARÍA EXIGIRLO HASTA AGOTARLO. PERO PRONTO EMPEZÓ PARA ÉL LA MALA VIDA. MIENTRAS EL PÚBLICO HACÍA EL CORO NECESARIO, LOCCHE IBA DE UN RINCÓN A OTRO BURLÁNDOSE DE SU RIVAL, DEL BOXEO, DEL FANTASMA DE LA MUERTE QUE SUELE ACOMPAÑAR A LOS PROTAGONISTAS DE ESTE NEGOCIO. Y enfrente de la plaza, negra, estaba la iglesia del cura Ferré envenenado de bronca adentro; echando espuma por la boca por el quilombo que hacíamos en la boca de lobo; ni una lamparita encendida en la casa del cura, pero siempre esperando ver salir a alguna chupacirios que fuera a hacer la porquería en la sacristía. Y meta pésame Dios mío por dejarse poner la puntita, o por estar pensando sacrilegios, que era la palabra que más nos encajaba Ferré dentro del coco; los bancos largos, tan duros que el culo te quedaba chato y dolorido; el olor a vela, a cementerio, a comentario, a semen, que había adentro con esa penumbra siempre. Qué mal me ponía, pero lo mismo meta padrenuestro que estás en los cielos, cielos, y el Arcángel Gabriel del que te preguntaba la señorita Velich, y que para nosotros el cura se la cogía, que era petisita y fiera, con anteojos, y qué otra cosa que enseñar el catecismo iba a hacer; ¿quién se la iba a querer coger, aparte del ángel, era lo que comentábamos todos en la plaza; ¿ quién, decime quién?, tentándonos a lo loco en el catecismo, pura seña y cabeceo para el lado de ella; ustedes, desvergonzados, se van al fondo a rezar diez padrenuestros y diez avemarías y sigan, sigan así, que se van a quemar vivos en aceite hirviendo en el infierno y ya vamos a hablar con sus padres, maleducados; con esa conducta no van a poder tomar la comunión y se van a condenar para siempre, desgraciados, cretinos. AL FINALIZAR EL CUARTO ROUND, HEAIR YA SABÍA DE QUÉ SE TRATABA. SE HABÍA DADO CUENTA QUE ESTABA EN BUENOS AIRES PARA ARROJARLE GOLPES A UNA SOMBRA; ERA UN LOCO TIRÁNDOLE PIEDRAS A UN GATO CALLEJERO. Entonces el Conejo o el Gringo llegaban antes que ninguno al fondo de la iglesia colgando de la oreja o la patilla agarrada por el cura Ferré, que echaba humo y los llevaba en el aire, poniéndose colorado; se le aparecían todas las venitas en la cara que nosotros atribuíamos a los excesos del vino de misa; mocosos de porquería, medio escupido y bajito, lo cuál era peor, y no les digo una mala palabra porque estamos en la casa de Dios, caracho. ENTONCES AL TERMINAR LA CUARTA VUELTA HEAIR QUEBRÓ SU CINTURA COMO UN CORTESANO Y SALUDÓ AL REY. EL PÚBLICO ESTALLÓ, CANTÓ, APLAUDIÓ. Y del otro lado había un campito donde crecía salvajemente el hinojo y pastaban las vacas de Mendieta. Era en esa selva de hinojo donde yo me volteaba a mi prima y le intentaba poner infructuosamente el pajarito;me quedó el olor del hinojo para siempre. Ese campito y mi prima abajo, cuchicheando, y su perfume serán, nomás, mis años gurises. A la nochecita, oliéndolo fuerte, mirando los dos a la gente que pasaba, sombras deslizándose por la vereda; ignorando que estábamos chapaleando en un misterio, con el corazón al trote, oyendo los primeros grillos y los ruidos de mujeres en la cocina manipulando cacerolas. BERMÚDEZ, EN CAMBIO, DIJO QUE ESO LO ENOJABA, PORQUE LOCCHE NO ESTÁ PARA DIVERTIRSE SINO PARA PELEAR Y PROTEGERSE. BROMEABA. ÉL SABE QUE TODO LO QUE OCURRE SOBRE EL RING MIENTRAS ESTÁ ALLÍ SU PUPILO ES PURO REGOCIJO. LOCCHE MISMO LO HA DICHO:”VUELVO PORQUE ME ABURRÍA”. Había una esquina, también, donde nos sentábamos hasta la medianoche y Roberto se ponía a inventar, inagotable, inexistentes películas de Drácula, porque una vez vio una en Concordia y eso bastaba. Decí que estábamos debajo del foco de la calle que sino me cagaba en las patas, porque Roberto, ya lo dije, era la imaginación desbocada; anudaba historias impresionantes, descriptas sabiamente, con el clima justo y el suspenso necesario para que se te cerrara la garganta y el corazón latiera descontrolado, cuando una mano sola, blanca, helada, avanza por la calle como una rata o un gatito; trepa umbrales, abre puertas y llega a tu pieza donde estás durmiendo para estrangularte, y nadie podrá oír ni hacer nada porque no la detienen ni tiros ni hachas o cuchillos; porque es la mano de un muerto, la maneja Drácula y hace lo que quiere en tu almohada y ¡papaaaá…,papito, papáááááá!... que te encuentra tirado al costado de la mesita de luz porque la mano te agarra, papito, te agarra y no te suelta y no te perdona y te mata; bueno, m’hijo, dormite, no pasa nada, estabas soñando; dale, dormite, estabas soñando, no es nada, y es lindo que el viejo te tape. Es tan lindo que te diga que está él para todo. Aunque no sea cierto. Y PARECE CIERTO. CUANDO UNO VE, EN LOS MOMENTOS PREVIOS A LA PELEA; CÓMO PASEAN ALREDEDOR DEL RING LOS VIEJOS EX CAMPEONES (ACAVALLO, SELPA, PASCUAL PÉREZ), SABE QUE ESTÁN NERVIOSOS. QUE SUS MÚSCULOS EMPIEZAN A PONERSE TENSOS COMO SI FUERAN ELLOS LOS QUE VAN A RECIBIR LOS GOLPES, LOS QUE TIENEN QUE ATACAR Y DEFENDERSE. SÓLO SE TRANQUILIZAN CUANDO VEN EL MOVIMIENTO, CUANDO ALGUIEN DA Y RECIBE PUÑOS. PORQUE ASÍ FUERON LOS MOMENTOS MÁS FELICES__TAMBIÉN LOS MÁS AMARGOS__DE SU VIDA. ESOS MOMENTOS QUE LOCCHE SE HA NEGADO A DEJAR QUE PASEN. LOS HA RECUPERADO A LOS 36 AÑOS, FINGIENDO QUE ES UN CHICO; PORQUE ES EL ÚNICO QUE TODAVÍA RECUERDA CÓMO SE BURLAN LOS PELIGROS DE LA VIDA. (PAGINA 12- OSVALDO SORIANO) Había, había…había cosas inacabables como hilo de pandorga. Y en las figuritas “Po-Pof”, aunque ya no jugaban más, estaban, yo sé que estaban: Vaca, Marante y Dezorzi; Sosa, Lazatti y Pescia; Boyé, Corcuera, Sarlanga, Varela y Gómez Sánchez. Lo mismo las Masseratti, las Alfa Romeo y Delfor Cabrera. ¿Sabés lo que había, en el fondo, Amelia?...Ahora que lo pienso, había futuro.

Después Amelia pidió ese diario que Mariano ya no leía, pasando por alto las páginas de deporte. Y él, a su vez, rogó que pusiera otro sobre el velador encendido para que no le diera luz en la cara. Y poder dormir; entonces cerró los ojos para no ver el ring. Se durmió enseguida. Y colorín. Y colorado.

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